Actualizado el 14/10/2020
Como ya hemos explicado en alguna ocasión en tendenzias.com la dilema del tatuaje suele contestar a motivos y causas tremendamente personales, relacionados con la personalidad, el carácter, los títulos e incluso, las carencias de quien se tatúa. Para algunos son importantes sus mascotas, para otros resulta interesante el simbolismo reflejado por una piropo, por un árbol, por el sol, por la escaparate. Hay miles de objetos, de paisajes y de tatuajes que nos pueden explicar y representar. Otros, como éste que hoy observamos, conceden particular importancia a sus hobbies o aficiones hasta el punto de querer padecer fototipia en su piel un motivo que les haga narración.
En este caso, vemos aquí un interesantísimo y muy agudo tatuaje impresionado por la afinidad a los bolos. Enclavado en la espalda, el tatuaje ocupa prácticamente toda la parte central y la zona de las lumbares. En la composición destaca la esbelta dama, suponemos que vikinga por el detalle del casco y las trenzas, acompañada de un tridente, una minifalda cinturón y, por supuesto, la trola empleada para derribar los bolos o pines.
Un poco más debajo, ya en la zona de las lumbares, se puede apreciar una divertidísima lectura de la crecimiento humana, según la cual desde el hombre primitivo hasta lo que parece un cenobita (quizás, se relacione con la teoría que establece el origen de los bolos en los monasterios alemanes) han seguido de forma natural una andana evolutiva marcada por padecer un tonto entre sus manos. Esto es así para el tatuado. La vida lleva de forma natural a los bolos y los niños ya no vienen con un pan debajo del protector, ¡sino con una trola de bowling y unos cuantos bolos!
Sinceramente, excelente.